domingo, 8 de enero de 2017

IA, Sostenibilidad y Administración Pública

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Los espacios urbanos se enfrentan a distintos desafíos: escasez de recursos de todo tipo, los típicos problemas de las ciudades, el propio cambio climático… En ese marco, los proyectos públicos soportados en la inteligencia artificial van a posibilitar otros enfoques para estos desafíos mediante el uso de tecnologías innovadoras para mejorar la eficiencia, la sostenibilidad y la calidad de vida de los ciudadanos. En ese sentido, la contratación pública puede ser un instrumento fundamental en el desarrollo de proyectos inteligentes, permitiendo a las Administraciones Públicas (AAPP) adquirir los bienes, servicios y obras necesarios para la implementación de estos proyectos impactando en la economía, la eficiencia y la sostenibilidad. Asimismo. podría generar empleos, aumentar la inversión y mejorar la calidad de los servicios públicos. Ahora bien, qué duda cabe que existen inconvenientes que tienen que ser solventados o superados: La propia complejidad de los procesos de licitación, supuesta falta de transparencia o complejidad en el aseguramiento de la excelencia. Pero esos inconvenientes, cual árboles del bosque, no deben impedirnos enfocarnos a los beneficios, ya sea el allanamiento de los procedimientos de licitación o el fomento de la colaboración entre lo público y lo privado, por no hablar de la promoción de la participación del sector privado o el siempre perenne objetivo de transparencia. A continuación, profundizaré brevemente en cada uno de los aspectos anteriores. En relación con la importancia, la contratación pública debe influir y trascender en el desarrollo de proyectos inteligentes, dejando huella en lo económico, lo eficiente y lo sostenible.

En lo económico al estimular la economía del ámbito territorial de influencia o afectación, atrayendo inversión, constituyendo empresas de tecnología e innovación, generando trabajo y, por derivación, espoleando la economía de ese ámbito territorial de actuación, propiciando territorios atractivos tanto en lo económico como en lo social. En lo eficiente, el avance de la tecnología indudablemente optimiza la gestión de los recursos públicos[1], ajustando costes y optimizando la calidad del servicio que da la Administración Pública (AP), ya sea en la movilidad, la salud o la educación, por no hablar de la seguridad. En lo sostenible, ajustando el uso de la energía y, por derivación, las emisiones de carbono, favoreciendo, de esta forma, la protección del medioambiente mediante la promoción de aspectos tales como la eficiencia energética, uso de renovables o reducción de los índices de contaminación. Todo ello, nos lleva a un ecosistema público más saludable, más sostenible. Respecto a la oportunidad, no se me ocurre otra frase que "empujón a la innovación", al posibilitar demanda de soluciones innovadoras por parte del sector privado, lo que incentivaría la investigación y el desarrollo, atrayendo financiación de proyectos relacionados con la innovación tecnológica, a la vez que propiciar una proactiva interacción sector público – sector privado en el progreso y culminación de soluciones tecnológicas y más y mejor eficiencia, optimizando los procesos de compra, promoviendo el uso de tecnología puntera en la realización de los servicios a la ciudadanía o perfeccionando la transparencia en la gestión.

En cuanto a la sostenibilidad propiamente dicha, inclusión de criterios ambientales en las licitaciones, promocionando todo lo renovable y lo sostenible. Pero no todo van a ser ventajas; también hay inconvenientes. En lo económico, costes disparados, escasez de financiación y el perenne riesgo de la corrupción. En lo eficiente, procesos complicados y con ámbitos temporales de implantación a medio o largo plazo, inexperiencia de los agentes implicados y dificultad a la hora de medir el impacto real, lo que dificulta también la tasación de su eficiencia. En lo sostenible, supuestos proyectos sostenibles que realmente no lo sean, insensibilidad a lo social o dificultad en la garantía de la sostenibilidad a medio o largo plazo, al depender de factores exógenos que, a priori no se conocen su evolución (medioambiente, o la propia transformación tecnológica). Entre los ejemplos de proyectos inteligentes que ya conocemos, se encuentran las propias ciudades inteligentes que tímidamente van emergiendo (smart cities), que usan tecnología para perfeccionar la eficiencia y la sostenibilidad, los edificios inteligentes, que utilizan tecnología para optimizar el consumo de energía, la seguridad y el confort, las redes eléctricas inteligentes para el suministro de energía, o el sistema de transporte inteligente para optimizar la logística y la movilidad.

No quiero terminar este texto sin poner encima de la mesa algunas propuestas, como puede ser facilitar la participación de las empresas simplificando los procesos de licitación, mediante reducción de la complejidad de las licitaciones, de forma que las pymes, puedan participar más cómodamente; implementar plataformas digitales que faciliten la búsqueda de información y la presentación de ofertas por parte de las empresas, organización de formación para formar e informar de las oportunidades de negocio que ofrece la contratación pública en proyectos inteligentes; o un espaldarazo a la transparencia, publicando toda la información relevante sobre los procesos de licitación, incluyendo información sobre los requisitos técnicos, los criterios de evaluación y las fechas clave. Garantía de acceso a la información e incorporación de efectivos mecanismos de control. En cuanto a la calidad de los proyectos, establecimiento de criterios de evaluación de empresas adjudicatarias que sean objetivos y transparentes, presentación por las potenciales adjudicatarias de suficientes garantías para el aseguramiento de los requisitos, y control-monitorización continuo de la ejecución del proyecto licitado.

Igualmente, es trascendental el reciclaje formativo de la plantilla de empleados de la AP, capacitándolos en estas lides. Voy concluyendo, reiterando que no me cabe duda de que la contratación pública juega un papel fundamental en el desarrollo de proyectos inteligentes, siendo un recurso estratégico para estimular la economía, la eficiencia y la sostenibilidad. Entre las oportunidades, tenemos el estímulo de la innovación, mejora de la eficiencia y promoción de la sostenibilidad. Entre los inconvenientes resaltar que los procesos no son sencillos, previsible alto coste, la corrupción que, cuando menos se la espera, surge, inexperiencia de las partes, escasez de financiación, ficticio de lo sostenible… Entre las Propuestas quiero destacar la perenne promoción de la transparencia, la participación del sector privado, la formación de todos los agentes, plataformas digitales o asegurar la calidad de las licitaciones. Termino, recomendando a las administraciones públicas la implementación de medidas para mejorar la contratación pública en proyectos inteligentes, colaborar con el sector privado para desarrollar e implementar proyectos inteligentes y transferir ágilmente la experiencia en estas lides con otras administraciones públicas.
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[1] Agua, transporte, gestión de residuos…