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Además de cumplir con la normativa legal que sea de aplicación, la etiqueta debe recoger información acerca de cómo contactar con el rol de la cadena de distribución. Aspectos como adaptación al formato del producto o que sea resistente son igualmente importantes. Finalmente, el usuario, comprador o consumidor suele valorar que la etiqueta registre consejos u orientaciones sobre el uso del producto. En cuanto a los tipos de etiquetas, no se quiere caer en el dicho de que “existen tantas etiquetas como productos hay”, pero algo de razón contiene esa expresión. No obstante, sí se puede establecer una tipología en base a la orientación, uso, obligación o necesidad de la etiqueta.
En base a lo anterior, por ejemplo, si hablamos de “obligación”, tendremos etiquetado obligatorio, consecuencia del cumplimiento de una normativa legal específica, y etiquetas no obligatorias, donde el fabricante o envasador incorpora información complementaria. Si incorporamos “información”, el etiquetado informativo es el que recoge en el formato de la etiqueta una información muy buena, exacta o completa, sobre el producto. Si estamos en modo “marketing”, pueden existir etiquetas de promoción, cuya finalidad es la de captar la atención del comprador. Finalmente, existe un etiquetado asociado a la calidad de los productos, conforme a una nomenclatura nacional o internacional. Fuente de la imagen: mvc.